jueves, marzo 30, 2006

Réquiem por un suspiro

Réquiem por un suspiro.

Se encontraron la risa y el llanto mientras paseaban por cualquier lugar de nuestros tiempos. –Es común verlos conviviendo, en este mundo en el que unos sufren y otros gozan, incluso hay quienes sufren pero ríen o quienes gozan pero lloran. –Discutían de su importancia, de su poder, su autenticidad y sus razones de existir. Parecieran ser dos arrogantes o un par de filósofos tratando de encontrar el sentido de sus vidas.
Se saludaron cordialmente, como lo hacen dos amigos que se conocen de toda la vida, como lo hacen dos enemigos que se saben son complemento mutuo en su existencia.
-¿Qué te trae por aquí?-, dijo el llanto.
-Tu sabes, de nuevo otra razón de esas que hacen de la vida una experiencia agradable.-, contesto la risa.
-La gente se preocupa tanto por reír, creyendo que eso es la felicidad, que se ha tratado de olvidar de mí o por lo menos de ocultarme-. Reprochó el llanto y continuó. –Desde entonces tu también eres reflejo de la tristeza, incluso peor, eres testigo de la venganza y la calumnia, de la burla y hasta de la mentira.- Condenó el llanto a la risa.
-¿Tú que sabes de la verdad?, tú desde pequeño has contribuido con la manipulación, con el engaño. No puedes poner en tela de juicio mi autenticidad-. Replicó la risa.
-Entonces tampoco debes decir que tu haces que la vida sea agradable, sin el llanto las personas no podrían conocer la debilidad, no tendrían necesidad de crecer ni de superarse. Sin el llanto serian todos arrogantes y no descubrirían la grandeza de necesitar de los demás y de contar con los demás-. Dijo el llanto.
-Y sin la risa, después de ese encuentro entre dos personas, no sabrían que han descubierto el amor, la alegría-. Concluyó la risa, llegando a un acuerdo con el llanto.

Podrían seguir discutiendo por mucho tiempo más, podrían llegar a mejores arreglos y a mayores diferencias, pero cuando el llanto estaba a punto de hablar otra vez, apareció, sin aviso y causando tal conmoción que el llanto cesó sus gritos y secó sus lagrimas; la risa cayó también y se limitó a una, casi inapreciable sonrisa; se paró por un momento la respiración, pareciera el corazón detenerse o tal vez acelerarse... fue el suspiro.

(El suspiro, a diferencia de la risa y el llanto, sólo aparece por instantes. Su presencia es plena y sincera. El motivo es digno del contacto profundo y total del ser humano con sus sentimientos. Tras haber pasado, el suspiro, provoca llanto o risa, a veces las dos. No importa que siga, la expresión, de vez en cuando imperceptible, es totalmente real, sincera. La risa es risa y el llanto es llanto. Ninguno de ellos oculta algún sentimiento que no sea humano, ya sea dolor, tristeza o sufrimiento, quizá alegría, euforia, emoción. Otra forma de decirlo es que en la expresión, sea cual sea, después de un suspiro, el hombre se abre enteramente, se encuentra él y permite el encuentro con alguien más.)

Así fue, casi invisible pero no podía estar más claro que estuvo ahí. Dejando, tras haber desaparecido de nuevo, una pista difícil de notar para quien no la esta viviendo. En los ojos un par de lagrimas que los nublaron y si acaso una de ellas logró derramarse, no alcanzó la mejilla antes que un dedo la limpiara muy discretamente. En la boca una pequeña sonrisa, apenas dejando ver los dientes, relajada y sincera, sin prisa ni compromiso. Después de eso un rostro lleno de paz y un corazón seguro de su humanidad, de su capacidad de amar.

Aún no se habla de dónde vino el suspiro, qué lo produjo, quién lo inspiro en ese momento.
No es necesario entrar en detalles, es simple, fue una mujer. El suspiro vivió por una mujer. ¿Cómo era la mujer?, ¿cómo se llamaba?, ¿cuál fue el motivo?, ¿qué relación había? No es necesario describir tal escenario. ¿Qué mujer no es digna de un suspiro?
El recuerdo de una madre, el anhelo de un amor, la nostalgia de una novia, el calor de una amante, la belleza de una musa, el apoyo de una amiga, el despecho de una perdida, el dolor de una ausencia.
Infinitos son los motivos que encontramos en ustedes para hacer vivir y morir a un suspiro.
Nos han dado la vida y nos hacen amarla y recordarla en cada cosa que ustedes hacen. Gracias.


Aníbal Abarca Gil

1 comentario:

Anónimo dijo...

X un suspiro? Esta lectura te arranca varios si no muchos. De un lado está su equilibrada forma (descripción, lenguaje, prosa..), y en cuanto al fondo…“Infinitos son los motivos que encontramos en ustedes para hacer vivir y morir a un suspiro” … sin palabras! felicitaciones al Autor… si que me ha hecho suspirar. :)Ch.